La herejía de El Hereje: Delibes y la intrahistoria

 

Aprovechando que este mi blog es de literatura (aunque me acuerdo de pascuas a ramos), que es el centenario del nacimiento de Delibes y que me da la gana, hoy voy a hablar un poco de la historia y la intrahistoria en la literatura. 
Empecemos por el principio: ¿qué carajo es la intrahistoria? Pues es un concepto introducido por Miguel de Unamuno que se refiere al marco cotidiano en el que se desarrolla la “historia”, es decir, a todo eso que pasa pero solo de fondo en relación a las cosas que salen en los periódicos. Es la historia de todos los que no son personajes históricos, sus vidas y sus problemas. Es un concepto bastante interesante y que en determinados momentos se ha traído a la primera plana del foco literarios, aunque muchas veces extremadamente idealizado (te miro a ti, romanticismo). 

Que yo sepa, no hay ni un solo escritor español en toda la historia que haya tratado el tema tan en profundidad y tan en primera plana como Miguel Delibes. Y es que una grandísima parte de sus novelas se ha centrado en la vida cotidiana de personas de pueblo que vivían sus vidas donde les había tocado y como podían, describiendo situaciones como la del Tío Ratero, que cazaba ratas para sobrevivir y vivía en una cueva porque no podía vivir en una casa o la del famosos Azarías, que vivía prácticamente gracias a que el señorito lo permitía porque necesitaba al resto de la familia para que trabajasen para él. Todas sus descripciones, sus escenarios, sus formas y sus palabras son algo cuidadosamente estudiado por alguien a quien le gustaba mucho lo que estaba contando y quien lo vivía como suyo. Se puede sentir la realidad de una forma de vida que nunca le ha importado a nadie que no la viviera directamente. Y él la convirtió en novela. Pero entonces llegó El Hereje. 

Con que ha sido el centenario de su nacimiento y es el autor castellano-leonés más importante del siglo XX (con perdón de Carmen Martín Gaite), pues se le ha dado bombo en todas partes a la celebración. Incluso en el ámbito nacional, porque es realmente uno de los escritores españoles más importantes de los últimos cincuenta años. Con todo esto ha habido muchas entrevistas y reportajes y opiniones y un poco de todo, pero una estaba bastante extendida: El Hereje es su mejor novela, la novela que le puso en el camino a un Nobel que nunca recibió. Y yo no puedo estar más en desacuerdo. El Hereje es una buena novela, sí, de eso tengo pocas dudas, pero no es una buena novela de Miguel Delibes. Y no lo es precisamente porque deja de lado lo que hace a Delibes tan disfrutable, tan original y tan distinto: la intrahistoria. Con El Hereje Delibes buscaba escribir una novela de esas que ves en todas partes, que se venden por miles y que gustan a todo el mundo. Una de esas novelas que tienes que leer una vez en la vida. Y puede que lo consiguiera, al menos según la opinión de la gente que sale en los reportajes de televisión, pero para hacerlo se tuvo que olvidar de lo que le hacía ser él.
 
Fotograma de la adaptación de Los Santos Inocentes

Y es que El Hereje es una novela normal. Buena, sí, pero normal. Histórica sí, pero no intrahistórica. Y es que para escribir una novela de esas dimensiones uno se tiene que olvidar de la intrahistoria, porque la vida cotidiana es aburrida y no es capaz de aguantar una historia larga. Es repetitiva, sucia, constante, sin apenas cambio. No se pueden escribir mil páginas de alguien que va todos los días al trabajo y una semana de vacaciones en verano. No da, no hay suficiente material. Y la genialidad de Delibes estaba precisamente en convertir ese material que no da para hacer una novela en una (o varias), pero el formato que requería ese trabajo es el de novela corta, sencilla. Y las novelas cortas, sencillas, puede que hagan que unas cuantas personas opinen que eres un grandísimo escritor, incluso que te hagan famoso, pero la intrahistoria no es igual en todas partes y es complicado llegar a los que no tienen relación con tu pequeña parcela de esta. Y para llegar a todos, novela grande, ignorando la intrahistoria. Y es que la intrahistoria convertida en el telón de fondo para una historia que podría haber ocurrido sin apenas cambios en otra ciudad o en otro país deja de ser intrahistoria y se convierte precisamente en lo que Unamuno criticaba. La intrahistoria o es el tema central o es olvidarse de los que la viven día a día. En ese sentido, Delibes se convirtió en un hereje de su propia forma de escribir al hacer El Hereje. Pero no es ni mucho menos el único. De hecho es de los pocos autores modernos (que yo sepa) que trata la intrahistoria. Porque plantar una historia en un contexto costumbrista los hacen muchos, pero convertir el contexto en la historia no. 
Delibes con sus libros

El Hereje es una buena novela y una recomendación perfecta para cualquiera que se atreva a leer novelas largas, pero no es lo que debería dar la posteridad a Delibes, es más, debería ser la mancha que sirva para recordarnos por qué deberíamos acordarnos de él. Sobre herejías y guerras religiosas hay muchas novelas, sobre el Tío Ratero solo hay una. Y dependiendo a quién le preguntes, uno es más importante que las otras.