Respondiendo al Club del Viernes

Hoy vamos a probar algo nuevo: contestar a alguien en concreto, en lugar de simplemente meterme con cosas generales. Hoy voy a intentar contestar a un artículo publicado por El Club del Viernes (@clubdeviernes), un “think tank” liberal que se dedica a dar voz a gente que comparte las ideas de Von Misses, Friedman y ese tipo de pensadores y en general a meterse con la izquierda. 
Yo, que me considero más o menos de izquierdas y que tengo algo de formación política (aunque muy poca, para qué vamos a mentir), voy a responder con los argumentos que sea capaz de formular, párrafo a párrafo al artículo titulado “La delgada línea entre el intervencionismo y la miseria”, que se puede encontrar en el siguiente enlace (https://www.elclubdelosviernes.org/la-delgada-linea-entre-el-intervencionismo-y-la-miseria/) y que firma un tal Francisco Esteban Bernal, al que ni conozco ni tengo interés en conocer. Allá vamos. 
Primer párrafo del artículo: 
“El exceso de intervencionismo es, taxativamente, sinónimo de miseria. Cuando el intervencionismo es controlado, puede resultar exasperante para quienes concebimos la sociedad sobre la base de la libertad y la propiedad privada, pero resulta lo suficientemente tolerable como para que la feliz rutina y los intereses personales se antepongan a cualquier esfuerzo pedagógico que contrarreste el empeño vital de quienes representan a las actuales corrientes neocomunistas que padecemos. Esta conducta es inherente al liberal: convivir con quienes no piensan ni sienten como él.” 
Respuesta: Comenzamos fuerte, con una afirmación que se saca de la manga (que el intervencionismo es sinónimo de miseria) y asegurando que el convivir con los que piensan distinto a ti es patria de los liberales. Lo primero se contesta simplemente observando a los países nórdicos y sus modelos bastante intervencionistas (aunque muy lejos de totalmente intervencionistas) y el nivel de vida que tienen. Suecia, por ejemplo, tiene un estado del bienestar muy fuerte, gracias al estado. 
Lo segundo hay dos forma de contestarlo. La primera es diciendo que a igualdad de fuerzas todas las opciones políticas conviven con los que ni piensan ni sienten como ellas. Ahora mismo en España conviven liberales, comunistas, franquistas, anarquistas, socialdemócratas y todas las opciones que me dejo por el camino. Estar orgulloso de algo que hace obligado es más bien absurdo. La segunda forma de contestarlo es acudiendo a la historia. Por ejemplo teniendo en cuenta los apoyos y las ideas liberales que la dictadura de Pinochet puso en práctica para quitar a los comunistas del poder. En esto, lecciones las justas. 
Segundo párrafo del artículo: 
“Sin embargo, cuando el intervencionismo tolerable se convierte en secuestro, cuando se malinterpreta la igualdad y se agita como instrumento arrojadizo para aniquilar el resultado del esfuerzo individual o para saciar la desazón insana del intelectualmente inferior, se produce el traspaso de la delgada línea, el peligro de la miseria generalizada que encarna el sueño de quienes prefieren la pobreza colectiva frente a la riqueza desigual, en el bien entendido de que el status de esos ideólogos es siempre inversamente proporcional al de aquellos cuyos supuestos intereses defienden.” 
Respuesta: Aquí se mete con los intelectuales de izquierda que tienen una situación económica desahogada y de paso introduce el clásico argumento de que la izquierda en realidad lo que tiene es envidia de los que son ricos y han “conseguido algo en la vida”. 
Primero: el que alguien tenga dinero o no, no influye para nada en la validez de sus planteamientos políticos o económicos, de hecho varios de los grandes pensadores de la izquierda eran burgueses o de clases altas, como Engels o Kropotkin y hoy en día son ampliamente aceptados por el trabajo que realizaron para ayudar a la clase trabajadora. Segundo: el argumento de la envidia ha sido ampliamente rebatido ya, pero por mi parte diré que la envidia requiere anhelar lo que tiene el otro, mientras que las propuestas de la izquierda (sobre todo la más radical) se encaminan a destruir lo que tiene el otro y lo que tiene el uno y construir algo nuevo a partir de ahí, algo con lo que todos tengan suficiente para vivir y desarrollarse sin problemas. 
Tercer párrafo del artículo: 
“Los desgraciados acontecimientos de las últimas semanas, unidos a la ausencia crónica de élites políticas que sufre nuestro país, hacen que no estemos demasiado lejos de traspasar esa línea. Gobernar por decreto, sin control político, ni judicial, ni periodístico, ni social (es decir, fuera de aquello que Acemoglu y Robinson denominan “el pasillo estrecho”) implica tentaciones irrenunciables para los amantes del intervencionismo extremo. Se trata de decisiones que pueden condicionar el futuro por décadas y no es admisible que se impregnen de anhelos políticos trasnochados, aprovechando la difícil coyuntura. Una sociedad subsidiada es siempre una sociedad enferma, tanto como un Ejecutivo pródigo llorando para ser auxiliado por quienes sí cumplen rigurosamente sus objetivos de déficit público, como si la ética protestante permitiera tal cosa.” 
Respuesta: En este párrafo ataca un poco al gobierno por su actuación durante la pandemia y argumenta que concederse más poderes ahora hará que en el futuro consigan aún más poderes. Y también argumenta que los subsidios o ayudas económicas crean una sociedad débil y dependiente. 
Si bien criticar al gobierno por su actuación es completamente legítimo y el punto de vista de que la intervención excesiva ahora puede llevar a mayor intervención en el futuro (social, no sólo económica) es compartido desde algunos o varios sectores de la izquierda, el autor parece olvidar que esa intervención está precisamente dirigida a intentar evitar en la medida de los posible que los mercados revienten por la pandemia, como bien muestra el hecho de que hoy, trece de abril, se hayan vuelto a abrir los puestos de trabajo no esenciales. Con esto quiero decir que este “intervencionismo” no se parece siquiera a lo que la izquierda querría de controlar realmente la intervención del estado en la economía, ya que actualmente está totalmente supeditado a los mercados. 
Y para lo segundo pues qué decir, que los subsidios no son cosa de vagos y maleantes, que estamos hablando de vidas humanas que se quedan atrás por no poder producir para una economía global que se come a las personas y que sólo tiene en cuenta la producción, sin pensar en los demás. Los “subsidios” o en este caso los “coronabonos” están encaminados a intentar salvar vidas, no a salvar la economía y aprobarlos no es cuestión económica, es cuestión humanitaria. 
Párrafos cuarto y quinto: 
“La democracia requiere ineludiblemente del respeto y fomento de una economía de mercado, pues no es libre frente al Estado quien arrienda todas sus ganancias al mismo.” 

“Por todo ello, ya no caben más demoras. Es hora de entablar una firme labor didáctica y una incansable batalla dialéctica frente al intervencionismo en todas sus expresiones, desde el secuestro tributario que padecen quienes unilateralmente alguien cataloga como ricos, aunque esa “riqueza” sea producto del esfuerzo incansable de décadas, hasta la nueva lucha de clases que representa el repugnante feminismo radical, capaz de paralizar el aparato del Estado ante la peor pandemia conocida por los vivos.” 
Respuesta: Bueno a ver, que aquí empieza a entrar el contenido ideológico a borbotones. Primero asegura que el Estado debe respetar el libre mercado para que los individuos puedan mantener su libertad. Esto ya es una gilipollez. Ha habido ejemplo de sociedades sin mercado y sin estado, todo a la vez en tiempos relativamente recientes, y de hecho ahora mismo los zapatistas están demostrando que es una forma viable de vivir en mitad del capitalismo global. Eso por una parte. 
Por otro lado, equiparar la intervención estatal a la envidia, los impuestos a los ricos y el feminismo radical es, cuanto menos una estupidez y cuanto más, un ataque directo a todo lo que no le gusta al autor. Lindezas aparte, el feminismo como movimiento político no tiene de por sí una base económica, y es de hecho un movimiento increíblemente heterogéneo en el que entran muchísimas corrientes de pensamiento tanto social como económico, incluido el liberalismo. Presentarlo como “la nueva lucha de clases”, equiparándolo con la lucha de los obreros por sus derechos es, no ya una locura, sino directamente engañar. Los objetivos del feminismo no son los mismos que los de los movimiento obreros, aunque converjan en determinados puntos y ni sus herramientas ni su aceptación en la sociedad son iguales. 
Párrafos sexto y séptimo: 
«Es cierto que esa labor arrastra en España connotaciones peyorativas de profunda raigambre pues, como todo aquello que no se alinea con el pensamiento social-comunista excluyente, es tachado de fascista. Pero quizás es hora de perder el miedo, pues quienes practican ese sectarismo intelectual nunca escucharon hablar de Giovanni Gentile, sino que emplean el término para rechazar todo aquello que no se incluye en el pack ideológico que le inocularon.”


“El neocomunismo lleva demasiado tiempo aprovechando entre nosotros la superioridad moral de la izquierda, siempre basada en la cómoda comparativa entre el capitalismo real y el comunismo ideológico. Hoy, solo quienes persiguen el conocimiento de la realidad histórica alcanzan a comprender la falacia y, consecuentemente, son capaces de combatirla eficazmente, aun con las dificultades inherentes a la pertinaz censura. El reto es que, no solo las mentes más inquietas vislumbren el antídoto, sino que despertemos el interés por la divulgación del mismo para su pública asimilación.”

Respuesta: Aquí entramos ya en la paranoia social-comunista (que confunde deliberadamente términos para tener algo de sentido) y que alude a términos como neocomunismo para que parezca que tiene más peso, a la vez que se esconde en que por decir algo en contra del gobierno ya eres facha.
Bien, la alusión a Giovani Gentile (que reconozco que no tenía ni idea de quién era) es una sutil modificación del argumento de “socialismo y fascismo son lo mismo”, ya que este señor es el que dio la base filosófica al fascismo italiano (según Wikipedia). Lo que está queriendo decir por tanto es que es la izquierda la que más se parece al fascismo, más que los liberales. Excepto que claro, Gentile ayudó a escribir La Doctrina del Fascismo, el libro base para esta ideología y en el que se pueden encontrar frases maravillosas para desmontar este argumento, como por ejemplo: “El Fascismo es la negación precisa de la doctrina que forma la base del socialismo marxista» (La Doctrina del Fascismo, p. 13).
El segundo párrafo es básicamente dos falacias en una, primero, falacia de agrupación, metiendo a todas las corrientes del socialismo en la etiqueta de neocomunismo y por tanto diciendo que todas son iguales y proponen lo mismo y la segunda, una especie de falacia ad hominem en la que ataca las críticas al capitalismo por venir del “comunismo utópico” sin atacar las propias críticas, diciendo así que no tienen validez únicamente por venir de donde vienen, cosa que, evidentemente, no es así. 

Párrafos octavo y noveno:

“Göbbels, el maestro de la propaganda, acuñó el aforismo “una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad”. Ese axioma está hoy más vigente que nunca para los postulados neocomunistas radicales. Pero, lo cierto es que, cien millones de muertos después, el desmontaje de la tramoya es menos espinoso de lo que parece y solo requiere de una dosis razonable de voluntad y convicción.” 

“Es momento de las minorías selectas, pero en el sentido más literal invocado por Ortega, pues como él mismo refería, “la habitual bellaquería suele tergiversar el sentido de esta expresión fingiendo ignorar que el hombre selecto no es el petulante que se cree superior a los demás, sino el que se exige más que los demás”. Es momento de exigir y exigirnos y de desenfundar el arma más poderoso, la palabra, frente a la indigencia ideológica de quienes no van a cejar en su empeño por traspasar la delgada línea.” 

Respuesta: En el octavo párrafo vuelve con lo de las falacias que he explicado antes, metiendo un poco a Göbbels para intentar relacionar de nuevo fascismo (nazismo en este caso) y socialismo, además de la cifra maravillosa de los 100.000.000 de muertos que da vueltas por internet y que se ha desmontado una y otra y otra y otra vez. También intenta dar una pátina de guerra moral e intelectual a esto que está haciendo. En resumen, el octavo párrafo se puede ignorar sin cambiar apenas el artículo.
Y en el noveno párrafo aboga por dejar a las minorías selectas hacer sus cosas mientras llama a una guerra cultural con amenazas veladas de que los rojos igual hacen algo malo algún día. Cita a Ortega y Gasset para asegurar que las élites son aquellas que más se exigen y que se merecen estar ahí porque se lo han currado, pero lo cierto es que yo también puedo citar a gente. Por ejemplo a Stigliz, que asegura que “el 90% de los que nacen pobres mueren pobres por más esfuerzo o mérito que hagan, mientras que el 90% de los que nacen ricos mueren ricos, independientemente de que hagan o no mérito para ello”, por lo que lo de la meritocracia se queda para otro día si eso. 

Conclusión: 

El liberalismo económico está relativamente organizado en cosas como El Club del Viernes y son muy buenos en la retórica, en retorcer palabras y datos e ignorar lo que no les conviene (por ejemplo que están hablando de vidas humanas) para que sus argumentos calen y tengan peso. Es difícil contrargumentar bien, preparado y con datos, de hecho esto que he hecho yo aquí es burdo y probablemente esté lleno de errores, pero y citando fuera de contexto al autor original: “Es momento de exigir y exigirnos y de desenfundar el arma más poderoso, la palabra, frente a la indigencia ideológica de quienes no van a cejar en su empeño por traspasar la delgada línea.” Porque quien sea la indigencia ideológica depende de en qué lado te encuentres tú, y la palabra es un arma poderosa para todos. Hay que dar batalla en redes, en medios y en todas partes, cada cual como pueda. Porque al final traspasarán la delgada línea antes que nosotros y entonces habremos perdido del todo.