Cuando el neoliberalismo pilló la gripe

Probablemente los que vivieron a mitad del siglo catorce nos mirasen con cierta superioridad si vieran cómo estamos reaccionando a un virus que por muy peligroso que lo pongan no deja de ser una especie de gripe. Ellos, que vieron millones de muertos por la peste negra, que creyeron que por fin había llegado el apocalipsis y que tuvieron que levantarse un día sorprendidos viendo que todo aquello remitía y que tenían que seguir con su vida. Y nos lo tendríamos merecido. 
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Cuadro sobre los estragos de la Peste Negra

Pero si algo bueno se puede sacar de una crisis sanitaria que está tomando rápidamente escala global es que podemos comprobar hasta qué punto estamos preparados para una situación así. Y qué cosas funcionan mal normalmente pero no arreglamos porque no es necesario. Y parece que una de ellas es el sistema económico en el que vivimos, quién lo iba a decir. De aquí en adelante (y en el título) me referiré a dicho sistema como neoliberalismo, aunque depende a quién preguntes te dirá que no es neoliberalismo, que es socialdemocracia, o que no, que sí es neoliberalismo o incluso algo peor. Me da igual. Utilizaré neoliberalismo porque es algo que suena bien y que genera visitas, y eso que me llevo. 
¿Y en qué está fallando? Pues en sus propias lógicas. Enfrentado a una crisis como esta, está siendo poco capaz de dar una respuesta coherente y, privado de la capacidad de producción en masa que necesita, está colapsando sobre sí mismo. Si conseguirá salvarse o no está por ver, lo que está claro es que de momento no está capeando demasiado bien el temporal. El coronavirus y algunas estrategias del mercado internacional han desplomado el precio del petróleo con una velocidad que no se veía desde la Guerra del Golfo. Las bolsas mundiales han recibido un buen impacto con bajadas tremendas que a los jóvenes nos recuerdan a hace poco más de una década y a los eruditos otros momentos de la historia no precisamente divertidos. Pero es que no es sólo a nivel de mercado global donde está fallando el sistema, no, a nivel más local, más individual, también está fallando. Un ejemplo claro es el pobre hombre que fue a hacerse la prueba del virus en EEUU y al que le reclaman ahora 3.000 dólares por ello, incentivando que los que no tienen cobertura sanitaria no se hagan las pruebas por no poder pagar y con ello los contagios.

Tweet de Bernie Sanders sobre este problemática

¿Y sabéis cuál es otra muestra clara de que este sistema está fallando? La locura, el miedo, el horror de la gente. Evidentemente yo no sé cómo capearon el temporal los que vivían en el S. XIV, pero los que vivimos ahora lo estamos capeando bastante mal. Los robos de mascarillas o las colas locas en supermercados para comprar productos que realmente no nos hacen falta son una buena prueba de ello. La psicosis se ha instalado entre nosotros y tenemos más miedo a un virus que es improbable que nos mate que a, por ejemplo, que EEUU si tire misiles con Irán. Y esto es, en gran parte sino completamente, culpa de la mediatización y de la conversión a espectáculo de lo que es un problema sanitario. Estos días se puede ver en televisión y oír en radio especiales sobre el virus, su avance, las posibilidades de contagiarse, su impacto en la vida de los que lo tienen… Y luego, en un alarde de falta de autocrítica brutal o de ironía extrema, se dedican a repetir por activa y por pasiva que no hay que tener miedo al virus, que es poca cosa, que no entremos en la psicosis que ellos mismos se dedican a extender. Si los medios de comunicación tuvieran algo de responsabilidad, probablemente sus informes sobre esta enfermedad serían menos y menos amarillistas, pero en este neoliberalismo (del que no me he olvidado) todo es mercancía, todo se tiene que capitalizar lo mejor posible (es decir, exprimirlo hasta su límite) y todo tiene que hacerse su hueco en el mercado.

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Mapa sobre la diferencia en la contaminación tras las medidas adoptadas entorno al coronavirus

Y es que este neoliberalismo, que pone el mercado por encima de todo lo demás, demuestra que cuando el mercado deja de importar a la gente (porque tienen miedo de morir por un virus o porque la amenaza real de este impide que les importe) este comienza a resquebrajarse por sus cuatro costados. Sin el fluir continuo del dinero, sin la producción continua y exagerada y sin el consumo y la movilidad de mercancías, esto no funciona. Y es ingenuo suponer que un problema de estas características no va a aparecer periódicamente. ¿Y qué hace el neoliberalismo en estos casos? Jodernos el doble, porque no sólo hay que enfrentarse a un problema sobre el que no tenemos control, sino que también hay que enfrentarse a la crisis del mercado derivada de este. Cuando todo esto del coronavirus se haya olvidado todavía tendremos que enfrentarnos a las consecuencias de una crisis económica para la que obviamente no estamos ni estaremos preparados. Y sí, evidentemente el parón de un buen porcentaje de su fuerza de trabajo jodería a cualquier sistema económico, no hay ninguna duda. El problema no es que esté jodido, el problema es cómo tiene intención de recuperarse. Porque en un sistema donde se pusiera la vida y la recuperación de la calidad de vida por encima de todo lo demás, el bache pasaría como una mala gripe (nunca mejor dicho), algo por lo que hay que pasar pero que no tiene mayores consecuencias. Ahora, con el mercado por delante, ¿cómo vamos a recuperar la calidad de vida? Pues remando mucho y rezando para que la siguiente crisis del sistema nos pille ya recuperados. Como hasta ahora.