Los turistas son el peor tipo de persona que existe en este mundo y de este burro no me voy a bajar. Y lo digo con conocimiento de causa, porque yo he sido turista y he podido ver desde dentro lo que significa ser turista y cómo es la gente que se dedica al turisteo. Y si hablamos de turistas que consumen turismo de masas, ya ni te cuento. Hay asesinos a los que tengo en mejor estima que a los turistas. Y es que el principal problema del turismo de masas es que todos queremos hacerlo y nos sentimos legitimados a hacerlo, y por todos me refiero a una fracción de la población de los países desarrollados que puede permitírselo y a una aún más pequeña fracción de la población de países en vías de desarrollo. No se llama turismo de masas por casualidad. Esto tiene muchos efectos, la gran mayoría de ellos negativos, varios de los cuales son suficientemente evidentes como para que hable de ellos.
El primero de estos problemas es la masificación humana en bruto, es decir, la gestión de la cantidad de personas que van a los lugares turísticos y puntos de interés del planeta, que muchas veces choca de forma frontal con su correcta conservación; bien por intereses monetarios, como es el caso de la Mona Lisa, que lleva sin limpiarse mucho más tiempo del que debería porque eso reduciría los visitantes del museo o bien porque los lugares a los que se va no pueden absorber tanta actividad humana sin deteriorarse, como ocurre por ejemplo en la Manga del Mar Menor. Pero claro, una vez somos nosotros los que lo visitamos, no podemos permitir que haya siquiera un andamio o basura en nuestra foto idílica.
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Crucero en Venecia, donde ha habido problemas graves por ellos |
El segundo de estos problemas es el que rodea a los lugares turísticos, que se turistifican hasta el punto en el que es complicado llevar en ellos una vida normal: precios del alojamiento por las nubes, restaurantes y comercios que venden más caro, terrazas que cubren absolutamente todo, menor calidad del servicio en nombre de la velocidad… Los problemas de vivir en un lugar turístico son muchos y no se los deseo a nadie. Claro, que cuando estás de turista también sufres estos mismos problemas, pero al ser apenas unos pocos días, las molestias parecen menores.
El tercer problema, relacionado con este segundo, es el de la falta de calidad para los turistas, que van a los sitios turísticos ya esperando encontrar lo que se conocen como “trampas para turistas”, que suelen ser precios por las nubes, cobros que en otras partes no te harían, alojamientos con menor mantenimiento del necesario, horarios continuos de ruido,… Y es que cuando hay mucha gente en un sitio, no importa que algunos se vayan antes de tiempo por estar molestos, porque siempre hay alguien detrás para sustituirles.
Los cual nos lleva al cuarto problema, que es el de la industria del turismo, que no solo es una de las industrias más contaminantes y con más abusos laborales del planeta, sino que además nos importan menos sus desmanes porque pensamos que son necesarios para que podamos tener unas vacaciones que nos merecemos. Así, los pobres camareros trabajan por sueldos que si no son de miseria se le acercan, muchísimas horas, con muchísima carga de trabajo y encima tienen que aguantar a los turistas. Y no hablemos ya de las mujeres que limpian las habitaciones, por ejemplo, que más de uno se echaría a la calle con ganas de colgar al jefe tras ver sus condiciones laborales.
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Huelga de las Kellys por mejorar sus condiciones |
En resumen, y sabiéndome partícipe de ella, debemos acabar con la idea del turismo anual, sobre todo con la idea del turismo de masas y de visitar un lugar simplemente porque es donde va todo el mundo, porque la mayoría de estos problemas se solucionarían si los que somos turistas espaciásemos nuestras salidas y nos repartiésemos mejor por el mundo y por el país. Y también ayudaría empezar a plantearse las vacaciones y el turismo de una forma distinta, menos consumista y más afín a una realidad global como es la del cambio climático.