Maldad, idiotez y comentario político

Hay un sector que se compone de ciertos comentaristas políticos en redes sociales y sus audiencias, progresistas en la órbita de la izquierda parlamentaria (PODEMOS, SUMAR, etc.), cuyas cuentas eran originalmente de chistes y chascarrillos pero que con el tiempo se reconvirtieron en esencialmente propagandistas políticos y que tienen bastante éxito. Si se ha tenido twitter o ahora bluesky o se consumen periódicos digitales de la cuerda (CTXT, El Diario, etc.) es bastante probable que se haya encontrado uno con ellos y se haya leído lo que escriben. La mitad de ellos incluso han sacado libros aprovechando el tirón. Y visto uno, vistos todos, porque forman una nube de republicaciones, referencias cruzadas y demás en la que se retroalimentan y se ayudan a crecer.

Su contenido actual se compone en buena parte de mensajes cortos y evidentes, quejas compartidas por cualquiera de su zona política y, por algún motivo, citas, muchas veces apócrifas, de personajes históricos considerados progresistas en las que se quejan del fascismo. Y entre todo eso hay dos ideas que les gusta mucho compartir y en las que se basa la gran mayoría de su mensaje político: los “otros” (PP y VOX) y sus votantes son menos inteligentes que “nosotros” (PODEMOS y SUMAR) y nuestros votantes. Y si algunos no son idiotas, lo que son es malvados.

Admito que yo pensaba algo parecido hace 14 años, cuando el 15-M, pero es que por aquella época yo era un adolescente que no tenía ni puta idea de nada y al que le faltaba muchísimo de aprender para empezar siquiera a entender cómo funciona el mundo. Esa gente tienen todos más años que yo y (esto es un poco un triple) probablemente formación universitaria y tiempo para formarse políticamente. Nadie nace sabiendo y cometer errores por faltarte información es algo que nos pasa a todos continuamente, pero hay situaciones en las que ese desconocimiento se elige.

En estos tiempos en los que el auge de la ultraderecha, la destrucción del estado de bienestar y el desmantelamiento de las democracias liberales se están consiguiendo mediante la utilización de herramientas de esas propias democracias pervertidas por el poder económico de individuos e instituciones privadas, no sirve el argumentario de que el fascimo es malvado y sus votantes idiotas. Por mucho que queramos, no tiene ningún sentido aplicar categorías morales a actos políticos. Simplemente, no sirve de nada. Franco dio un golpe de estado, mató decenas de miles de personas y asumió el poder durante cuarentaypico años; Israel se fundó en una tierra ya ocupada y durante setenta años se ha dedicado a intentar exterminar a la población que ya estaba allí, incluso publicando en redes sociales cosas que bastante evidentemente son crímenes de guerra y de lesa humanidad; Trump ha ganado una segunda legislatura después de ser condenado penalmente y de que en su primera legislatura tuviera que parar la actividad gubernamental varias veces por problemas presupuestarios. Que tus enemigos políticos sean o no malvados es completamente irrelevante y no aporta nada a tus posibilidades políticas. De hecho, yo diría que es incluso nocivo porque lleva al inmovilismo y la autocomplacencia. Y que sea idiotas es todavía peor, porque eso significa que estamos perdiendo contra idiotas y no nos deja precisamente en buen lugar.

 
FULTON COUNTY SHERIFF'S OFFICE Mugshot of Donald Trump
La foto policial de Trump
El motivo para usar las categorías de malvado o idiota en los enemigos políticos a mí me parece bastante claro. Si el otro es malvado, eso significa que tu eres bueno. Si el otro es idiota, eso significa que tú eres inteligente. Es una cuestión de autoestima que degenera rápidamente en una cuestión de ego. Y una cuestión que no ayuda absolutamente a nadie. Ni quienes necesitan compararse con otros para sentirse mejor consigue sostenerse por sí mismo ni las personas a las que tus ideas políticas podrían ayudar consiguen que dediques todos los esfuerzos posibles a eso.

El fascismo y el nazismo serán de los movimientos políticos más estudiados de la historia de la humanidad y, que yo sepa, ninguno de esos estudios cita la estupidez de la masa como factor determinante en su auge (puede que Cipolla sí, pero aun así el concepto de estúpido de Cipolla no es el mismo que el coloquial). Y eso por no decir que considerar a la masa estúpida peca de un paternalismo asqueroso que se ha demostrado una y otra vez que tiene el efecto político contrario al deseado.

Los votantes de Trump, VOX, Milei y demás no son más idiotas que los votantes de cualquier otro partido o los no votantes. Tampoco son malas personas que quieren que todo el mundo lo pase mal porque sí. Tienen problemas y necesitan soluciones y en el mundo que ven esas son las mejores soluciones. La máquina de propaganda más grande de la historia está en funcionamiento y utiliza las redes sociales y los medios tradicionales. El discurso político no se aleja de los problemas reales por idiotez de la masa, si no porque hay personas y grupos que invierten obscenas cantidades de dinero para que se hable de los menas y del casoplón del coletas en vez de lo que quiera que importe en ese momento. Y no es algo nuevo. Salvando las distancias, ha pasado durante toda la historia, es solo que ahora han mejorado las tecnologías. Tú eres igual de idiota que los otros, es solo que desde dentro es mucho más difícil darse cuenta y mucho más fácil justificarlo.

 
r/wallpapers - You Are Not Immune To Propaganda 1920 × 1080
Recordar esto es importante. 
Hay una imagen que rula por internet en las cuentas de los seguidores de este tipo de influencers que dice algo así como “Pued claro que soy mejor que tú, puto facha” que resume muy bien todo este asunto. Puedes sentir que eres mejor que los fachas, puedes ser mejor que los fachas, pero de momento están aplicando sus ideas y discursos en todas partes y los que son “mejores” están cada vez más arrinconados y teniendo que luchar más duro por cada vez migajas más pequeñas. Gritar que tienes razón mientras te llevan al paredón no sirve de nada. Igual va siendo hora de intentar entender cómo pasa todo lo que pasa y qué soluciones podemos dar a las situaciones que tenemos delante y dejar de creer que ganan los que son mejores personas. Unamuno se equivocaba. No hace falta convencer, lo que hace falta es vencer.
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