La derecha y la hegemonía cultural

Bueno, ya hemos parado al fascismo. Y ahora, ¿qué? Es indudable que VOX se ha llevado una tremenda hostia electoral, pero, ¿es eso suficiente? Electoralmente han perdido fuelle, pero, ¿lo han perdido en la calle?

En lo que es la batalla cultural, van ganando. Quizá no de goleada, porque se ha conseguido que haya una asociación general de la extrema derecha con algo negativo, al igual que ellos hicieron con la extrema izquierda, pero aun así tienen fuerza. Entre las generaciones más jóvenes, la rebeldía (que es en buena medida lo que las define, que para eso son jóvenes), se asocia a la extrema derecha y sus comportamientos, especialmente entre los hombres cisheteros (que son los más beneficiados).

Gramsci, el filósofo de cabecera de cualquier analista político que quiera creerse más listo de lo que es, definió el concepto de “hegemonía cultural”, es decir, una dominación cultural de una ideología concreta. Y, para muchos, esta hegemonía cultural la tiene ahora mismo la derecha o la extrema derecha. A través de medios de comunicación y redes sociales en manos de grandes capitalistas, que son los que le dan alas a la extrema derecha, porque bajo sus políticas identitarias esconden una liberalización de la economía, se ha alcanzado un momento histórico en el que en occidente se pueden exponer ideas abiertamente racistas, homófobas, tránsfobas y demás no solo sin ningún tipo de penalización social, si no como una forma de conseguir reproducciones, seguidores y dinero.

Hay, sin embargo, algo realmente curioso, que he podido observar porque me infiltro en círculos de derechas en las redes sociales (es decir, que sigo a algún facha que otro), y es que los “pensadores” de extrema derecha e influencers de la misma ideología política piensan, no sin cierta ironía, que los medios de comunicación están controlados por una suerte de grupo comunista masónico y, en algunos casos, que las redes sociales forman parte de ese mismo control. Así, tenemos a ultraliberales defendiendo a Elon Musk y sus bandazos al frente de Twitter, y a otros criticándole por comunista.

¿Están equivocados esos influencers y pensadores de derechas? Hay quien diría que objetivamente, sí, pero como yo soy un relativista, tengo que hacer de abogado del diablo y decir que en realidad no. Es sólo que en la forma que tenemos de plantearnos el mundo los que vivimos en los extremos de la política se dan este tipo de situaciones. Porque yo intento ponerme en su lugar y entender su forma de pensar, que al fin y al cabo no es tan distinta a la mía (esto no quiere decir que los extremos se tocan, eso es una gilipollez centrista). Y si yo considero todo lo que tengo a mi derecha política como liberales en mayor o menor grado, es lógico que ellos consideren todo lo que tienen a su izquierda política como comunista en mayor o menor grado. Es cuestión de perspectiva. Puede que yo distinga entre socialdemocracia, conservadurismo, liberalismo económico y demás, pero en el fondo es todo lo mismo: enemigos políticos que quieren algo distinto a mí.

Y es que el lugar en el que se encuentra ahora la derecha es el que hace unos diez o doce años (cuando yo era un adolescente) ocupaba la izquierda: un gobierno del signo contrario que tiene que atravesar una crisis y pierde legitimidad por ello, una especie de hegemonía cultural ganada a través de la simple oposición a las ideas de los que gobiernan (aunque con ayuda de los medios de comunicación en su momento y ahora de las redes sociales) y el calado entre los jóvenes como ideas rebeldes. Y sí, estoy seguro de que ahora hay adolescentes de izquierdas igual que los había de derechas cuando yo lo era, pero desde luego son menos o al menos hacen menos ruido.