Estos últimos años se han juntado tal cantidad de tragedias
y eventos que ocurren una vez cada cien años que quien haya sido capaz de
mantener la cordura es porque ya estaba loco de antes. Entre pandemias, giros
políticos, posibilidad de guerras nucleares, volcanes, pitos y flautas han
hecho verdad la maldición de vivir eventos históricos. A falta de que se
confirme la tercera guerra mundial, estamos perfectamente encaminados a lograr
otra generación perdida, una más. Y todo esto, evidentemente, tiene un impacto
brutal sobre la salud mental de la gente. Del impacto concreto ya he hablado antes,
sobre todo entre los jóvenes y no creo que haga falta repetirme: ahí están las
estadísticas para quien las quiera mirar. Hoy quiero hablar de los gravantes y,
como no, del que es mi chivo expiatorio favorito y cada día el de más gente
(por suerte), el capitalismo.
Es absurdo negar que el hecho de vivir inmersos en un
sistema capitalista afecta a los acontecimientos, su desarrollo y su impacto,
igual que lo haría cualquier otro sistema, pero también es absurdo negar que
las características propias del capitalismo agravan muchos de los problemas que
estamos experimentando actualmente y, concretamente, en el caso de la salud
mental, tiene un impacto exagerado y para mal. La necesidad de producción
continua del capitalismo, el medir el valor social de cada persona únicamente
por su productividad y la necesidad constante del funcionamiento de los
mercados nos lleva a una situación en la que descubrimos que es imposible parar
para cuidarse a uno mismo a no ser que se tenga un colchón económico detrás.
Las alternativas para la mayoría de las personas pasan por matarse mentalmente
trabajando o matarse físicamente en el paro. El estado del bienestar está muy
lejos de poder afrontar la carga productiva que le suponen al capitalismo las
personas que no trabajan, y eso es en los países donde hay un estado del
bienestar decente, no imaginemos ya en aquellos donde existe solo nominalmente.
El capitalismo necesita trabajadores productivos, un excedente a ser posible y
no tiene reparo alguno en ignorar a aquellos que no pueden producir, pues no le
son útiles.
Sin embargo veo por las redes sociales mucho discurso que
asegura que el capitalismo es el culpable único de las enfermedades mentales,
pues es la medicina (que está al servicio del capitalismo, como todo lo demás)
la que categoriza determinados comportamientos como enfermedades mentales
porque son incompatibles o al menos disruptivos respecto a la capacidad
productiva. Considero que este argumento es correcto, ya que no veo por qué no
debemos considerar la medicina moderna un producto cultural del capitalismo si
consideramos todo lo demás como tal, pero no considero que con la desaparición
del capitalismo desaparezcan las enfermedades mentales. Desde luego
desaparecerán tanto unas características vitales que abocan a la enfermedad
mental como las categorizaciones capitalistas de enfermedad mental, así como
los diagnósticos específicos basado en esas enfermedades, de eso no tengo duda.
Desaparecerá probablemente también el concepto de enfermedad mental en favor de
algo menos invasivo y estigmatizador, de eso tampoco tengo duda, pues el origen
del mismo concepto de enfermedad mental es la óptica desde la que se mira, una
óptica capitalista basada en la productividad de quien sufre el trastorno.
La idea con la que realmente me encuentro en desacuerdo es
la de que las enfermedades mentales tienen como la peor de sus partes la
consideración y el tratamiento social de las mismas, dejando en segundo plano
los propios síntomas. No porque caiga el capitalismo voy a recuperar
inmediatamente mis ganas de vivir, porque, ni siquiera aunque mi calidad de
vida mejore notablemente. No porque alguien que escucha voces tenga una mejor
situación social va a parar de escucharlas. Y que no se me acuse de defender al
capitalismo, que sigo considerándolo el peor de los elementos en lo que a
agravar las enfermedades mentales se refiere, pero creo que debemos dar un paso
más allá y no quedarnos únicamente con el culpable obvio. No por decir que todo
es culpa del capitalismo vamos a librarnos mágicamente de problemas que son
reales y que se tienen que afrontar con capitalismo o sin el.