Facta non verba es la locución latina que tu amigo el que hace poco que se ha apuntado al gimnasio porque aunque algo va mal en su vida no sabe exactamente qué es y piensa que puede solucionarlo levantando pesas y subiendo fotos a instagram se pone como bio en todas partes para que todo el mundo sepa que va en serio. También es una máxima moral que, aplicada a ciertos contextos como la política, sirve para evitar que se rían de uno continuamente.
La política que nació de los sistemas democráticos indirectos siempre ha sido necesariamente populista y tramposa, más centrada en afianzar el poder que en hacer lo que la mayoría realmente quiere. Simone Weil, en un texto que para mí resultó fundamental y del que ya hablé en el blog en 2019, Nota para la supresión de los partidos políticos habla de cómo las características del propio sistema político hace que los partidos políticos, si quieren sobrevivir, tengan que buscar el crecimiento continuo muy por encima de las medidas que supuestamente defienden. Y como problema estructural que es, no puede solucionarse simplemente con la voluntad de uno u otro partido concreto, lo cuál explica las actuaciones aparentemente contrarias a sus propios principios a las que ya estamos acostumbrados. Continuamente vemos anuncios políticos enormes que se quedan en nada y actuaciones por parte de los poderes públicos que invierten más en publicidad que en arreglar el que quiera que sea el problema. Ocurre a todos los niveles y en todos los lados del espectro político.

Recientemente hemos visto como Donald Trump, en un intento de lo que él mismo ha dicho que es salvar su alma inmortal, ha conseguido que Israel y Hamás firmasen un alto el fuego que Israel ha violado a las horas de entrar en efecto, incluso habiéndose filtrado órdenes precisas de hacerlo. Hace poco hemos visto como el gobierno del PSOE movilizaba una embarcación militar para escoltar la flotilla humanitaria Global Summud solo para apartarse en el último momento y no hacer absolutamente nada cuando las embarcaciones fueron asaltadas en aguas legalmente internacionales. Hemos visto al presidente de la Junta de Andalucía hablar de la importancia de la prevención del cáncer en mitad de un escándalo derivado de la infradotación de los servicios de detección temprana del cáncer de mama que dependen directamente de él o a los gobiernos de Galicia y Castilla y León despedir a los bomberos forestales que en en verano aseguraron que iban a contratar para todo el año tras la ola de incendios. Hemos visto palabras, pero los actos que tenían que materializarlas no han ocurrido. El estudio Calidad de la democracia (III), de Mayo de 2025, elaborado por el CIS arroja unos datos de desconfianza en las instituciones en las que solo las Fuerzas Armadas aprueban (con un 6,8 y probablemente porque hacen pocas cosas con impacto público excepto la UME) y en los que los partidos políticos quedan como algo en lo que la gran mayoría de la gente ha perdido su confianza.
En el caso concreto del gobierno del PSOE (y SUMAR), decir cosas para quedar bien y luego no hacer nada es algo tan común que se han creado decenas de variantes de memes al respecto y la expresión “you´ve been psoe´d” (has sido psoeado) se repiten bajo cada anuncio oficial del gobierno en redes sociales y ha alcanzado estatus internacional en momentos como el anuncio de las sanciones a Israel del gobierno (y el tremendo coladero que se veía venir que iban a ser) o el anuncio de la ya mencionada escolta a la Global Summud Flotilla. Y sin embargo, su estrategia no es diferente de la que sigue cualquier otro partido en el momento en el que tiene el poder (que sirvan de ejemplo los gobiernos de las CCAA), es solo que al ser el gobierno nacional tienen más repercusión. La verdad es que nunca a habido demasiada confianza en que las instituciones hicieran lo que dijeron que iban a hacer para ganar las elecciones, porque si hubiera sido así, no existiría el género de la sátira política.

Sin cambiar el sistema político al completo no vamos a cambiar este tipo de actuaciones, eso es algo que mucha gente más lista que yo ha argumentado desde hace décadas y que la historia reciente se empeña en demostrar. Pero quizás, aunque solo sea por tener un poco de amor propio, habría que empezar a hacer política a nivel individual desde la exigencia de llevar a cabo actos que sirvan para arreglar lo que vemos mal. No me sirve seguir justificando que han dicho una cosa y han hecho otra por cuestión de mayorías, apoyos, realpolitik y demás jerga absurda. Las reglas del juego y las opciones disponibles están claras para todos antes de lanzarse a hacer cualquier cosa. Tener herramientas y no usarlas no es lo mismo que no tener herramientas. Basta de verba y vamos a empezar con los facta, y a partir de ahí ya veremos quién es quién.