¿Quién mató al comendador? Fuenteovejuna, Señor.

A falta de pocas semanas para que se cumpla el primer aniversario de la muerte por las consecuencias de sus propios actos de Brian Thompson, el director ejecutivo de United Healthcare y del nacimiento del meme promagnicidio más compartido en las redes sociales que yo recuerde, creo que no está mal hablar un poco de ello. Pero como este blog (en su anterior alojamiento al menos) nació como un blog literario y el otro día estuve viendo una cosa sobre El Caballero de Olmedo, voy a hablar de Fuenteovejuna, que no tiene absolutamente nada que ver con nada de lo que he hablado hasta ahora. Lo prometo.

Seguramente cualquiera que lea esta entrada ya conozca la obra y hasta puede que la leyera en el instituto como una de las obras maestras de la literatura española. Y sin estar muy seguro de que el concepto de obra maestra tenga sentido, yo tengo que decir que a mí me gustó mucho cuando la leí. Lope de Vega, mitad cura, mitad soldado y mitad malas decisiones, apodado Fénix de los Ingenios, tomó como base una anécdota ocurrida unos 150 años antes en el pueblo de Fuente Ovejuna y escribió una obra tan famosa que una de sus escenas se puede empezar a citar a voces en mitad de la calle y probablemente haya algún desconocido que te responda.

¿Quién mató al comendador?

Fuenteovejuna, Señor.

Y aunque no es todo el pueblo el que mata físicamente al comendador, la solidaridad nacida de una experiencia común de opresión y abuso justifica el acto ante los ojos de todos y entre todos asumen la culpa.

Clásicos Inolvidables (LXXVII): Fuenteovejuna, de Lope de Vega
Representación del momento famoso de la obra

En el caso del director ejecutivo de United Healthcare, las imágenes muestran que es una sola persona la que aprieta el gatillo, pero si miras un poco más allá te das cuenta de que el asesinado no es una persona cualquiera y que es muy proable que el acto no tenga una motivación individual. El caso, cerrado en espera de juicio a los pocos días de abrirse, parecía que iba a convertirse en un magnicidio anónimo cuando las imágenes de video mostraron al tirador cogiendo un metro (o un autobús) tranquilamente y marchándose de Nueva York. Hizo falta el chivatazo de una trabajadora, motivado por una recompensa que parece que se quedó sin cobrar (además de perder su trabajo por las quejas que recibió el restaurante donde trabajaba debido a ello) para que las fuerzas y cuerpos de seguridad federales de EEUU pudieran capturar a sospechoso, que como probablemente sepas, resultó ser Luigi Mangione.

En cuanto el acto se convirtió en noticia, durante la investigación y detención y tras esos primeros días, Luigi Mangione, su nombre y su imagen se han convertido en un símbolo y no es complicado encontrar apoyo hacia Luigi en un abanico ideológico sorprendentemente amplio. Por supuesto, los medios de comunicación y otra parte del abanico ideológico han condenado enérgicamente el asesinato y han intentado convertirlo en el acto de un loco y en algo que no ha solucionado nada. La realidad es que el acto consiguió hundir a United Healthcare en bolsa y obligarla a aprobar muchos más tratamientos a personas a las que antes se los hubieran negado (ambas cosas probablemente tuvieran relación directa, lo cual es repugnante), traer al frente absoluto de la conversación social el sistema sanitario estadounidense y las barbaridades en las que se basa.

Foto borrosa de cámara de seguridad de un hombre vestido de negro con una mochila blanca empuñando un arma
La foto que salió antes de que le pillaran

Esa respuesta no viene de la nada. No ocurre que de repente una gran cantidad de gente decide apoyar a un a (presunto) magnicida porque ese día el flúor del agua estaba demasiado alto. El CEO de United Healthcare, en su papel de CEO de United Healthcare ha hecho daño a mucha gente y no es siquiera descabellado decir que ha condenado a la miseria y a la muerte a mucha otra. Y, peor aún, lo ha hecho para enriquecerse y enriquecer a otros. Asesinarle no parece la rotura del contrato social que parecería asesinar a cualquier persona porque entendemos, aunque no sea explícitamente y aunque no nos atrevamos a decirlo en voz alta, que sus propios actos son los que hicieron resquebrajarse el contrato social tanto como para que a alguien le pareciera buena idea enseñarle una bala de cerca.

Los actos tienen consecuencias, incluso los indirectos. Es probable que el CEO de United Healthcare no llegase a firmar directamente ningún papel ni a dar directamente una orden que desembocase en que alguien se quedase sin medicinas o sin una operación. Lo que sabemos, sin embargo, es que inició o mantuvo la política que llevo a la gente a esa situación. Su trabajo, al fin y al cabo, es conseguir que la empresa saque más beneficios. Su responsabilidad era el funcionamiento último de la empresa. Él tenía el poder de evitar que pasaran esas cosas y no lo hizo. Claro que si lo hubiera hecho hubiera durado poco como CEO, porque quienes controlan el dinero, que son quienes tienen realmente poder en este mundo, le hubieran sustituido rápido por una marioneta mejor.

Isabel Díaz Ayuso, M. Rajoy y Pablo Casado con mascarilla
Foto de tres personas durante la pandemia que no tienen nada que ver con esto de lo que estoy hablando

El comendador, como representante político, también manejaba un poder que realmente no le pertenecía. Sus decisiones afectaban directamente e indirectamente al pueblo de Fuente Ovejuna, pero era la corona la que le prestaba el poder. En ambos casos, a la vista del daño que estaban haciendo, podrían simplemente haberse negado a hacerlo. Hubiera tenido consecuencias para ellos, eso está claro. Mayormente consecuencias económicas, puede que sociales. Ninguna física. Y sin embargo, a sabiendas del daño que estaban haciendo y a sabiendas de que podían evitarlo, o al menos no ser directamente responsables, decidieron seguir. Y la justicia, si bien en general ya que no derivada del poder político, les acabó encontrando.

Hay gente, mucha a la que es sencillo poner nombres y apellidos y caras, que salen en televisión continuamente, que consiente en hacer o permitir mucho daño por su propio beneficio y el de otros. Gente que vive de una forma que el día que se mueran va a haber decenas de personas que lo celebren, incluso cuando lleven décadas sin haber hecho nada. Gente que está a mucho menos de ver cómo la rotura del contrato social se vuelve en su contra de lo que creen. Gente que yo celebraré que se muera, pase de la forma que pase. Gente que cuando ocurra lo que parece inevitable tendrá que ver desde el infierno ardiente al que vayan como responderemos “Fuenteovejuna, Señor”, cuando nos pregunten quién lo hizo.

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