Blogeando la depresión VIII: el yo depresivo

Esta será la última entrada que escriba sobre la depresión al menos durante un tiempo. Por un lado porque me da la sensación de que me estoy encasillando demasiado y esto ante todo es un blog de opinión. Por otro lado porque estas entradas sobre la depresión están funcionando mucho mejor que la media y me parece que se debe a un componente de lástima por mi persona que no me gusta un pelo. Y por el último lado, es que me viene muy bien para hablar de esto que quiero hablar, que es de cuando la depresión te absorbe totalmente.
Lo primero de todo, explicarme. No quiero hablar de cuando los síntomas de la depresión te absorben y te pueden, de eso ya he hablado antes, de lo que quiero hablar es de cuando la misma idea de depresión te absorbe y te hace convertirte en una depresión andante a nivel social y personal. Y admito que esto es algo que a mí me afecta particularmente, de hecho es algo en lo que ya estaba trabajando antes de la depresión porque me ocurría también con la ansiedad. Y es que hay veces que te quedas enganchado en el pensamiento de que tienes una enfermedad y eso es lo que te define completamente, y de ahí es muy difícil salir. Dejo de ser yo para convertirme en la parte de mi deprimida o con ansiedad. Empiezo a verlo todo desde la perspectiva de que tengo esto dentro y no puedo sacármelo y filtro el mundo en consecuencia. Pierdo mi identidad compleja y me convierto en una persona plana, incapaz de ver las cosas desde una perspectiva distinta a la de la depresión o la ansiedad. Uno de los pensamientos intrusivos más profundamente asquerosos que yo he experimentado es el de ¿seré un buen deprimido?, es decir, ¿esto que estoy haciendo/sintiendo lo haría/sentiría alguien que estuviese de verdad deprimido? O, puesto en otras palabras, ¿puedo, yo que estoy deprimido, hacer/sentir esto? ¿Puedo disfrutar un poco de esto que antes me apasionaba? ¿Puedo reírme con este vídeo de un gato que se asusta al pisar las teclas de un piano (por cierto los vídeos de animales graciosos son el único motivo por el que merece la pena seguir teniendo internet)?
Puede que la respuesta a todas esas preguntas parezca obvia y la verdad es que lo es. Sí, puedo hacer todo eso y seguir estando deprimido, porque la depresión, como cualquier otra cosa, tiene altos y bajos y va variando a lo largo del tiempo. Es un proceso largo y continuo, pero no uniforme. Eso me lo han dicho por activa y por pasiva mis terapeutas y soy perfectamente capaz de entenderlo cuando estoy en un estado más o menos racional, pero en cuanto estoy un poco alterado, es decir, los momentos que de verdad importaría saber todo esto, no soy capaz de asumirlo. En los momentos en los que la depresión manda todo lo demás da igual y la racionalidad es la primera que salta por la ventana. En momentos en que las emociones son tan intensas estas te superan y desapareces hundido en un mar de ideas que sabes perfectamente que no son ciertas pero que no eres capaz de convencerte de que es así. Y puede que eso sea lo peor de todo, los malabares que hace tu cabeza entre las ideas de tristeza, desgana y apatía eternas y el pensamiento de que son temporales y tiene solución, todo mientras tú te sientes atrapado como una tercera persona en una discusión en la que no se te tiene en cuenta. La realidad desaparece fundida en un gris oscuro que apenas te impide ver lo que está ahí, que se convierte en tu nueva realidad porque tapa todo lo demás. Solo existes tú y tu depresión, tú como tu depresión y todo fuera de eso es una mentira, una fábula que te cuentas cuando no estás tan mal para no desmoronarte para siempre.
La depresión es muy puñetera y tiene mecanismos para reproducirse y perpetuarse, mecanismos contra los que hace falta un determinado nivel de bienestar para poder luchar, lo cual solo hace que arrastrar más el proceso. Y una parte de ese proceso pasa por volver a hacer lo que ya se hacía antes, lo cual enlaza con el principio de esta entrada y la idea de no seguir subiendo entradas sobre la depresión. Es un tema importante y del que queda mucho por decir, pero siento que me estoy encasillando demasiado y que lo que estoy aportando no es demasiado útil. No tengo la cabeza suficientemente clara como para hablar de esto de forma que pueda servir para algo. Eso era algo que ya sabía cuando empecé a escribir estas entradas, pero a diferencia de ese momento, ya no me hace falta un aliciente tan exagerado para levantarme y ponerme a escribir. Aún me cuesta más que antes, pero creo que puedo dedicarme a escribir sobre libros, comics, política y demás cosas sobre las que he escrito antes en este blog. Tengo igualmente idea de volver a esto de la depresión, quizá desde blogeando la depresión, quizá desde un enfoque menos personal, pero necesito tiempo para aclararme la cabeza y para volver a asumir el esfuerzo mental que le dedicaba a las entradas de las que más orgulloso estoy (que tengo que reconocer que no son muchas, ante todo soy vago). Ya veremos qué pasa que el futuro no puedo verlo.