Blogeando la depresión VII: la hermandad de los condenados

Hay una especie de soledad que todos hemos sentido en algún momento y es la soledad de la incomprensión. En algún momento hemos sentido que los que nos rodean son incapaces de comprender lo que de verdad estamos sintiendo, o, en la mayoría de los casos, que somos incapaces de expresarlo de forma que lleguen a entenderlo. Es normal, no aprendemos apenas formas de expresión fuera de las puramente formales que no sirven de nada en estas circunstancias y es casi una suerte increíble si tú puedes hacerlo. En esas ocasiones la mayoría daríamos la voz por poder explicar aunque fuera una sola vez y ser entendidos. Es difícil salir de la trampa de tu propia cabeza estando solo y es muy difícil encontrar a alguien que te acompañe si no puedes explicar qué te pasa. Incluso en el caso de especialistas como psicólogos o psiquiatras te quedas con la sensación de que sólo te han entendido superficialmente, en un sentido puramente clínico, sin atender a las particularidades de tu caso.
Por suerte hoy en día vivimos (al menos la mayoría) en un mundo globalizado que te da la oportunidad de conectarte por internet a cientos de millones de personas, y entre tanta gente raro será que no seas capaz de encontrar a alguien, a muchos en la mayoría de los casos, que hayan vivido una situación similar a la tuya y que por tanto logren entenderte instintivamente, incluso cuando tus habilidades comunicativas se reducen a memes aparentemente sin sentido. Yo ya había vivido esta situación como persona socialmente lamentable que soy y como raro a tiempo completo, pero nunca con tanta intensidad, probablemente debido a que nunca había experimentado nada tan intenso. Yo estaba en un estado en el que era literalmente incapaz de hablar de lo que me estaba pasando, no podía pronunciar palabra de lo bloqueado que estaba y necesitaba con mucho que alguien me entendiera. Entré entonces un día a reddit y encontré exactamente lo que estaba buscando. Me pasé horas viendo memes y leyendo comentarios de gente que pasaba por la misma situación que yo, memes que quizá en otras circunstancias no habría siquiera entendido y comentarios que me hubieran parecido preocupantes de no estar así. Hablé con personas de todo el planeta sobre cómo los tratamientos son distintos, sobre cómo nuestras familias se lo tomaban de una forma u otra, sobre los efectos secundarios de la medicación, sobre la suerte o la mala suerte de tener una buena dosis, sobre las salvajadas que algunos tenían que hacer para poder pagársela, sobre como algunos encontraban en la marihuana mejor solución que en las pastillas, sobre formas de poder hacer cosas sin sentir que se te cae el mundo, sobre qué música es mejor escuchar cuando estas mal, sobre cómo enfrentarte a situaciones desagradables,… Hablé sobre todo lo que necesitaba y sobre todo lo que otra gente en esta misma situación necesitaba, sin filtros, sin juicios, solo con la desgracia compartida y una especie de hermandad de los condenados.
Y aunque a mí me gusta estar solo, mucho más que a la media de hecho y disfruto de mi propia compañía y de la libertad que te da saber que no hay nadie mirándote, a veces tiendo a olvidar lo necesaria y reconfortante que puede ser una relación humana cuando de verdad te hace falta. Y creo que debemos agradecer más a internet la posibilidad de establecer estar relaciones independientemente de países, fronteras, idiomas, religiones y todo lo demás. Porque sí, internet tiene de malo que hay mucha gente y que se puede ser anónimo relativamente fácil, pero eso también lo tiene de bueno. La posibilidad de huir de una realidad física que en muchos casos no es suficiente para alcanzar no ya una vida plena, sino una vida que merezca al menos la pena vivir y entrar en una realidad virtual en la que puedes encontrar aquello que te falta es fascinante e increíble al mismo tiempo si se piensa un poco. Es normal que en internet puedas encontrar las comunidades más maravillosas del mundo sobre absolutamente todo, comunidades que de estar construidas físicamente se caerían a pedazos a los pocos días. Creo que tenemos ante nosotros unas posibilidades que tomamos por normales pero que serían ciencia ficción apenas hace cincuenta años y no nos damos cuenta de eso. Creo que sin internet yo habría tardado mucho más en salir del cascarón que me construí alrededor y puede que siguiese sin hablar hoy, tantos meses después.
He repetido mucho a lo largo de estas entradas que apoyar a los que pasamos por esta situación, sea como sea, ayuda mucho, y quiero explicar también que aunque no lo parezca, aunque muchas veces no seamos capaces, se agradece enormemente cualquier esfuerzo en esa dirección, pero hay que asumir que somos todos humanos y que en muchas ocasiones no sólo por desear algo vamos a conseguirlo. Porque yo sé que los que están a mi lado han deseado con todas sus fuerzas que yo estuviese bien, pero lo cierto es que he necesitado algo que estaba totalmente fuera de su control para empezar a plantearme siquiera salir del hoyo.