Blogeando la depresión IV: el renacer espiritual

Una de las consecuencias transversales de todo esto de la depresión que no me esperaba ni de lejos es que he sentido una especie de impulso o necesidad espiritual que llevaba apagada en mí durante años. Y como esto es muy personal y muy complicado de explicar, voy a tener que hacer un pequeño repaso a lo que ha sido mi vida espiritual hasta este momento para intentar explicar por qué es algo tan extraño.
Empezando por el principio, yo nací en un contexto familiar en el que mis abuelos eran profundamente católicos, mi madre siguió siendo practicante y mi padre lo abandonó. De niño sentía un gran interés por los misterios de la religión (la resurrección, los milagros, las historias de ángeles luchando contra demonios,…) y odiaba profundamente la parte institucional porque, admitámoslo, es horrible ir a misa todas las semanas cuando eres un niño, tener que estar quieto y callado mientras te sueltan un tostón que no entiendes, tener que hacer catequesis durante dos años para poder hacer la comunión,… Tras todo esto a mí me encantaba todo lo relacionado con las historias religiosas y odiaba profundamente todo lo relacionado con la religión institucionalizada. Entonces llegó a mi pueblo un cura nuevo, uno capaz de hacer a los preadolescentes bandarras como yo y mis amigos interesarnos de verdad por la parte institucionalizada y litúrgica del asunto. Fui monaguillo durante un tiempo con él, aunque del ardor religioso que yo recuerdo cuando era pequeño quedaban ya apenas las sombras. Quien sabe qué hubiera pasado si no llega a ser porque poco después llegó la noticia de que el hombre tuvo que dejar de ser nuestro cura, primero porque tenía que cuidar a su madre y después porque le encontraron un tumor en el cerebro. Para mí (poca) fe aquello fue un mazazo porque era y sigo sin ser capaz de entender por qué cualquier dios le enviaría semejante desgracia a una persona tan buena que encima se dedicaba a servirle. Y eso, unido al hecho de que entré en la adolescencia (que fue una etapa bastante horrible para mí) y que en general soy una persona bastante insufrible me hizo dar un viraje absoluto hacia el ateísmo militante, o todo lo militante que puede ser un chaval de instituto que está empezando en la política, la historia y la religión desde un punto de vista crítico. Con el tiempo esta visión radical se fue suavizando hasta reconocerme estos últimos años como un agnóstico simplemente por escepticismo, porque aunque no he encontrado ninguna prueba de la existencia de dios, tampoco he encontrado realmente ninguna de su no existencia y considero imposible tanto una cosa como la otra. Estos últimos años no me he interesado ni por la parte espiritual ni mucho menos por la institucional, aunque reconozco que la parte artística de la religión sí que me ha interesado. Eso hasta hace aproximadamente un mes.
Y es que ha sido una vez ya he empezado a salir de la parte más profunda de la depresión y en el momento que mis pensamientos han dejado de ser un amasijo de nada y he empezado a poder plantearme cosas cuando he descubierto esta aparente necesidad espiritual. Pero claro, como soy como soy las cosas no podían ser fáciles, y tengo todo el bagaje cultural e histórico de mis años de ateo convencido del que no soy capaz de separarme y que me lleva a cuestionar cualquier cosa religiosa que pueda interesarme mínimamente. Desde luego tengo muy claro que cualquier religión institucionalizada no es para mí, ya lo tenía claro cuando aún no sabía por qué y ahora tengo suficientes argumentos para toda la vida. No me sirven visiones religiosas escatológicas que llaman, que prometen un mundo que acabará en algún momento y en el que habrá una resurrección, al menos no me sirven las que utilizan eso como argumento principal. También tiendo a pecar un poco de materialista, así que no me sirven aquellas interpretaciones religiosas que entran en conflicto directo con la ciencia, aunque estoy dispuesto a asumir interpretaciones metafóricas o alegóricas. Tampoco quiero interpretaciones religiosas que requieran sacrificios por el hecho del propio sacrificio, porque no creo en la posibilidad de la vida más allá de esta.
Busco, en resumen, una interpretación religiosa de las partes de la vida que no pueden explicarse de otra manera y que plantee una forma de vida con un sentido inmanente (es decir, en este mundo) pero que simultáneamente llene esa necesidad de creencias espirituales que al menos ahora siento. Esto, que parece en buena parte una locura, no lo es tanto una vez se empieza a escarbar y a comparar diferentes interpretaciones y corrientes de pensamiento históricas. De hecho es posible encontrar en ambos espectros del eje espiritual lo que yo estoy buscando, desde interpretaciones totalmente místicas como el gnosticismo sethiano hasta interpretaciones prácticamente racionales como la aproximación de Tolstoi, y eso solo dentro del cristianismo, sin pasar a otras religiones. Sé que lo que busco existe o es sencillo de inventar porque me he encontrado cosas parecidas en este poco tiempo que llevo buscándolo, y por tanto es solo cuestión de tiempo que encuentre lo adecuado para mí, así que desde aquí quiero aprovechar para animar a cualquiera que esté sintiendo una necesidad espiritual parecida a lo que yo siento a buscar la respuesta que necesita, porque es muy probable que exista en este tremendo lío que son las religiones de esta nuestra humanidad, aunque siempre con cuidado porque el proselitismo es muy peligroso y salvaje y existe la posibilidad real de caer en algo que parece la respuesta pero no lo es, aunque de eso hablaré en la siguiente entrada.