Zygmunt Bauman se hizo famoso hace algunas décadas en el campo de la sociología por acuñar el término “modernidad líquida”, que según él describe el estado actual de la vida. Esta modernidad líquida se caracteriza porque todos los aspectos de la vida son muy cambiantes y es muy complicado construir o incluso encontrar algo que consideremos sólido. La vida, muy a nuestro pesar, fluye a nuestro alrededor como un río, sin que apenas tengamos control sobre lo que ocurre. Este término y lo que implica se han utilizado para estudiar y describir cientos o miles de ámbitos, desde lo romántico a lo laboral, pasando por los nacionalismos, por ejemplo. Y aquí estoy yo para aplicarlo a otra cosa más: el luto.
![]() |
Zygmunt Bauman (1925-2017), autor de la Modernidad Líquida |
Que estamos en un momento raro de la historia es algo que ni cotiza. Una pandemia global en mitad del mundo más globalizado de la historia y con internet y comunicaciones por satélite para contárnoslo todo en tiempo real. Nos guste o no nos guste, todo esto es histórico. Y cuando las cifras oficiales dan casi 28.000 muertos y las estimaciones (razonables) llegan hasta los 40.000, pues es normal que la gente se revuelva. Y no es algo que pasa solo en España, aunque nuestro país sea el más golpeado por esta crisis en términos relativos (al menos hasta hace un par de semanas). Durante los primero días de la pandemia, cuando aún no sabíamos la que nos iba a caer éramos la solidaridad hecha país: Por todas partes había carteles de ánimo y de unión. Los aplausos en el balcón a los sanitarios fueron un gesto bonito y espontáneo por todo el país (aunque como los propios sanitarios han dicho, no demasiado útiles). Había cientos de miles de tutoriales y mensajes sobre cómo hacer mascarillas para donarlas, ayudar a los que no podían salir de casa con la compra, cómo entretenerse en el confinamiento,… Pero tres meses después y golpeados de verdad, la cosa cambia. Ahora hay menos carteles de ánimo y más crespones en las ventanas. Y banderas, muchas banderas. Como si las banderas pudieran protegernos del covid. Incluso he visto un cartel esta mañana que rezaba “siempre seréis recordados”.
![]() |
Ejemplo de mensaje típico en el balcón. Que esté hecho por niños le suma puntos. |
Siempre seréis recordados. He ahí una afirmación rotunda y potente. Los muertos del covid siempre serán recordados. Jamás nos olvidaremos de ellos y su memoria nos hará mejorar como país. O no porque en estos tiempos hasta el luto es líquido. Basta que pase otra cosa relevante en el mundo para que a todos los que no hayan sufrido pérdidas directas se nos olviden estos muertos. Porque en esta modernidad líquida todo cambia, hasta lo que sentimos. ¿No me creéis? Pensad cuanto se ha hablado del covid en los noticiarios esta última semana y cuánto se hablaba hace dos semanas. Y los contagiados siguen subiendo, es más, esta ha sido la semana con más contagios en todo el mundo desde el inicio de la epidemia. Pensad en cuánto se hablaba del covid en EEUU y la cantidad de datos que se daban y como ahora solo se habla de las protestas de los negros. ¿Ha desaparecido el covid en EEUU? No, simplemente ha ocurrido algo que es más actual, importa más y por tanto el covid se convierte en una nota a pie de página.
¿Y qué creéis que va a pasar con los muertos del covid en el futuro? La respuesta es sencilla, ¿qué pasó con los muertos de ETA? Que se convierten en un arma arrojadiza en política, poco más. Cualquiera que no tenga relación directa con alguno de ellos no piensa en su existencia más que cuando el político de turno los menciona para alguna tontería. ¿Es acaso casualidad que la oposición haya llevado diariamente el número de muertos al congreso y el día que declaramos 0 muertos (estadística probablemente falsa, pero bueno) se dedique a hablar del paro? El luto es líquido. Hemos visto a la presidenta de la Comunidad de Madrid llorar a los muertos del covid y despedir sanitarios días después. Hemos visto manifestaciones en contra del gobierno en mitad de una pandemia mientras había quejas de permitir manifestaciones antes de la pandemia. Hemos visto quejas por las manifestaciones en contra del gobierno mientras se permitía el entierro multitudinario de un señor solo porque era político. Hemos visto que los muertos no importan absolutamente nada más allá del rédito político o económico que se pueda sacar de ellos
![]() |
El PP se lanzó a utilizar políticamente el 11-M acusando sin pruebas a ETA de los atentados. Imagen de una de las manifestaciones. |
En estos tiempos de modernidad líquida nada permanece demasiado tiempo en su sitio, todo cambia y se convierte en otra cosa. Y el luto no es una excepción. Poco a poco las banderas se irán guardando de nuevo en las casas, los crespones se los llevará el viento o se los comerá el sol, los carteles se quitarán para limpiar las ventanas y no se volverán a poner. Poco a poco nos iremos olvidando de este momento histórico, que pasará a ser unas cuantas palabras en los libros de historia. Y pasará mucho antes de lo que algunos se piensan, porque en estos tiempos líquidos nada puede durar demasiado tiempo.