El mito de Las Meninas

El cuadro en cuestión
Hay una sola respuesta que un español puede dar a la pregunta de cuál es el cuadro más importante de la historia. Y no es que este país haya andado corto de genios del pincel precisamente. Pero desde luego no hay cuadro, al menos en el imaginario general, más importante que Las Meninas. La importancia de la obra maestra de Velázquez puede incluso llegar a rivalizar con la otra obra magna de la cultura española, El Quijote. ¿Y por qué? Porque, al igual que El Quijote, ha trascendido el ser una simple obra de arte para convertirse en un mito. 
Lo primero, y quizá lo más importante, que tiene esta obra es una profundidad adaptable al observador. Los críticos de arte y estudiosos de la rama han escrito cientos de miles de páginas escudriñando cada centímetro cuadrado de la obra, de sus tratamientos de la luz, sus posiciones, la representación del propio Velázquez y todos los otros detalles que me he dejado. Los que no tenemos ni idea de arte podemos apreciar que el cuadro en sí mismo es precioso y visto en persona, increíble. Si no habéis podido ir al Prado, yo recomiendo muchísimo hacerlo (cuando vuelva a abrir) y pasarse todo el tiempo que necesitéis admirándolo. Lo primero es que su tamaño impresiona. Es un cuadro que mide un poco más de tres metros de alto y un poco menos de tres de ancho. Colocado en el Prado como estaba la última vez que lo vi yo, es una estampa memorable. Pero es que el propio cuadro, alejándose ya de los términos técnicos o puramente artísticos tiene cientos de lecturas distintas, una para cada observador. Puedes ver la magnificencia de la monarquía en él, o la melancolía de un imperio en decadencia. Puedes ver a un artista colocándose por encima de reyes, en el lugar que le corresponde o a donde su ego desmedido le ha llevado. Puedes ver la sangre azul brillar sobre el resto o puedes ver que no hay tanta diferencia entre la infanta y una enana. Pues verlo todo. Es un cuadro que gusta a todo el mundo. Así se escriben los mitos.

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Fotograma de la película El Cuadro

El mito de las Meninas ha ido creciendo, primero poco a poco, durante sus primeros años no era más que un cuadro privado de la familia real que no estaba expuesto al público, después, con la apertura del Prado, su fama creció cada vez más y más rápido. El cuadro ha influido en la pintura posterior, en autores como Goya o Picasso, por ejemplo, pero también en muchas otras representaciones. Se tuvo como un ejemplo de iluminación en los orígenes de la fotografía (llegándose a decir que el cuadro era precursor directo de este arte), Manet aseguraba que merecía la pena visitar España solo por verlo, hay incontable reproducciones en técnicas 3D de las Meninas (muchas repartidas por Madrid), es el primer cuadro del que se habla cuando se habla de arte español, ha aparecido en películas y series, es mencionado por encima para hacer referencias sencillas, tiene cómics hechos en su nombre (del que hablé aquí, por cierto), canciones de trap virales, incluso Foucault le dedicó un estudio. Simplemente, está en todas partes. 

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Pero, ¿por qué? ¿Qué tiene el cuadro para ser algo tan especial? Bueno, ¿qué tienen todas las obras maestras? Primero, un nivel técnico muy por encima de la media. Eso lo tiene. Segundo, algún tipo de promoción masiva, eso, desde la apertura del Prado, lo tiene (no en vano es su obra insignia). Y tercero y probablemente más importante, algo especial, algo mágico. No es solo que la ambigüedad de lo que representa haga que cualquiera vea lo que quiera. No es tampoco que es un objetivo evidente para el chovinismo de un país que normalmente se acerca más a despreciar su arte que a admirarlo. No es tampoco que el cuadro sea una delicia visual, algo que impresiona a expertos y profanos por igual. No, todo eso se encuentra en otros cuadros también. Los Fusilamientos del 2 de Mayo tienen en su mayor parte estas características (por poner un ejemplo) y aunque Los Fusilamientos son también una obra celebrada, no está ni cerca de lo que representa Las Meninas. 
¿Cuál es la magia de Las Meninas? Sinceramente, no lo sé. Puedo ver que está ahí cada vez que las veo representadas en cualquier serie, cada vez que aparecen entre las obras más importantes de la historia, cada vez que tantos lo ponen de ejemplo. Esa magia está ahí, es una realidad. Y aunque no pueda nombrarla, soy capaz de sentirla.