En este nuestro sistema económico global hay muchas industrias terribles que exprimen la vida de personas a cambio de beneficio económico. La industria de los minerales por ejemplo ha generado guerras, desplazamientos masivos, muertes, torturas, trabajo infantil y en general sufrimiento desde hace cientos de años. La industria de la moda se sostiene en una parte importante en trabajo semiesclavo en países en desarrollo des sudeste asiático y sudamérica. La industria agrícola se sostiene en muchas partes del mundo con el trabajo de temporeros que apenas ganan para vivir. Y podría seguirse mucho tiempo así.
Temporeros trabajando en España |
El capitalismo global no inventó la explotación, pero la ha refinado hasta niveles absurdos. Lo que en otros momentos históricos sólo se justificaba con complicados ejercicios mentales que convertían a los explotados en algo menos que humanos o en culpables merecedores de cualquier cosa que les pasase, ahora se justifica en unos pocos dólares de beneficio. Es demencial. Y de entre todas las industrias terribles que producen la mayor parte de lo que consumimos, hay algunas que destacan por su desmesurada crueldad. Eso suele significar que en vez de explotar en condiciones terribles a personas de otros países, pasa con hombres y mujeres blancas occidentales o en su defecto, asiáticos desarrollados (Korea del Sur y Japón). Cuando nos toca relativamente cerca vemos la crueldad que se esconde tras la industria.
Y en esto que llegamos al meollo de la cuestión: el K-Pop. Este género musical local ha ganado en importancia e influencia en el mundo del entretenimiento durante los últimos años, aunque lleva existiendo al menos desde principios de los noventa. La historia de cómo llegó a gestarse es larga y compleja y hunde sus raíces en la guerra fría, la hegemonía estadounidense, diversas dictaduras militares y un aperturismo democrático tardío. Si os interesa conocerlo, aquí dejo el link a un vídeo de Cuck Philosophy en el que lo explica (y en el que me he basado en gran medida para este artículo). Basta con saber que el K-Pop es la máxima expresión del pop ocidental, con más luces, más coreografías, más producción, más estribillos y más todo. Para el K-Pop Lady Gaga es una mujer recatada y que pasa desapercibida. Ese es el nivel.
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BlackPink, uno de los grupos más potentes del K-Pop actual |
¿Y qué tiene el K-Pop de malo por sobre el pop occidental normal? Pues que cuando digo que el K-Pop es más todo, me refiero a en todos sus aspectos. Si las estrellas del pop occidental lo pasan mal con la exposición, las exigencias de ventas, las coreografías complicadas, las sesiones interminables de ensayos y todo eso, las estrellas del K-Pop empiezan a hacer lo mismo alrededor de los ONCE AÑOS y con CONTRATOS FIRMADOS HASTA POR TRECE AÑOS en los que se les exige continuamente competir con otros niños y niñas como ellos por ganarse un puesto en una banda que se hará famosa. El sistema de producción del K-Pop está completamente controlado por empresas que firman contratos con niños prometedores, controlan toda su vida durante su periodo formativo (llegando incluso a controlar peso, altura, figura física, necesidad o no de cirugía plástica,…) y después los convierten en títeres una vez se hacen famosos, explotando su imagen y sus vidas al máximo posible durante los poco años que van a estar en el foco. Es posible encontrar anuncios de estrellas del K-Pop para casi cualquier cosa, están en todas partes, y sus videoclips son un product placement continuo durante cinco minutos. La explotación de los ídolos del K-Pop (y los que se quedan por el camino) es tan brutal que no es extraño verles derrumbarse de agotamiento en entrevistas o incluso en actuaciones. Estos pobres niños y niñas que firman contratos abusivos cuando apenas entienden lo que significan dejan de ser personas para ser totalmente productos. Ha llegado al punto en el que la cantante principal del grupo Girls Generation (uno de los primeros grupos realmente importantes) dijo en una entrevista que no quería que sus hijos heredasen su voz porque eso significaría que tendrían que convertirse en cantantes de K-Pop. No quería su propia vida (una vida de fama y éxito) para sus propios hijos porque sabía lo que significaba. Es demencial si uno investiga un poco en el asunto.
La absoluta locura de producción que es el videoclip de Gangnam Style debería indicar a los que no conocen el género el nivel que se despliega en él |
Pero, por desgracia, esta barbaridad de forma de producir está funcionando muy bien. ¿Recordáis el Gangnam Style? Probablemente la primera canción de K-Pop que saltó al mainstream y que lo destrozó todo (aunque Psy no es exactamente el tipo de artista del que estoy hablando). Tiempo después leí en El País Semanal una entrevista en la que contaba como su búsqueda del éxito y ese tipo de vida le habían llevado a las drogas y el alcohol para poder soportarlo. Era un hombre roto que cara al público tenía que mantener la imagen de triunfador, fiestero y hombre de éxito, pero estaba a punto de perder todo en su vida. Tiempo después sacó la canción Hungover con Snoop Dogg, que habla de beber alcohol y de las resacas, todo en un tono jovial y fiestero. La industria le había enganchado de nuevo. El K-Pop está teniendo éxito mundial y sus videoclips llegan fácilmente a los cientos de millones de reproducciones el YouTube, cientos o miles de personas postean continuamente fragmentos de videoclips en las redes sociales, los fans se conocen y organizan por bandas e incluso logran cosas ajenas al propio medio (como ayudar a Mia Khalifa, por ejemplo). Es todo una locura. Es una industria que genera beneficios como si nada y mientras eso siga siendo así, seguirá funcionando. El K-Pop es la última fase del capitalismo, la barbarie en su máxima expresión, porque deja de ver personas para ver únicamente productos, pero además no se limita a coger esos productos, sino a fabricarlos y moldearlos desde cero, sin importar qué pase y caiga quien caiga. Hay historias terribles detrás de esta industria, que incluso destroza a sus mayores estrellas para conseguir un poquitín más de beneficio. Es sólo un ejemplo de lo que estamos haciendo en el mundo por dinero, pero es uno que toca cerca (en el primer mundo) y que quizá sirva para despertar conciencias.