La vida perdida y la paradoja del tiempo

Como estoy en redes sociales y especialmente en Twitter bastante más de lo que probablemente sea recomendable, acabo viendo en ese pozo negro casi de todo, lo peor de la humanidad, lo mejor y cosas que simplemente pasan. Una de las cosas que he visto que más me han impactado en los últimos meses (dejando a un lado el hecho de que se han muerto más de 30.000 personas en este país y las salvajadas relacionadas con todo eso) es aprender que uno de los síntomas escondidos de algunos problemas de salud mental, especialmente la depresión, es la amnesia. Leyendo mejor por internet resulta que no es amnesia como tal, sino una especie de incapacidad para recordar detalles concretos, algo así como que te difumina los recuerdos. En resumen, que dejas de recordar tu vida como la viviste y empiezas a recordarla como una especie de reflejo espejado de lo que fue. 

Esto, que puede parecer algo que a nadie le importa demasiado, a mí me ha resultado terrorífico. Quizá es porque me toca cerca o quizá es porque me da muchísimo pavor cualquier cosa que pueda significar que todo sobre lo que he construido mi vida es totalmente falso. La perspectiva de que el disco duro de tu cabeza pueda corromperse y externamente seguir funcionando igual, sin que ni siquiera tú mismo te des cuenta pero cambiando recuerdos fundamentales de tu vida da para novela de ciencia ficción, desde luego. La parte buena es que parece que no es algo demasiado bruto. Es decir, tú te acuerdas de que estuviste en una boda, aunque quizá no te acuerdes de que ibas vestido con un traje azul marino y piensas que ibas vestido con un traje negro. No es mucho, pero es. 
Otro ejemplo de recuerdos falsos es el famoso «Efecto Mandela»
Y claro, eso te lleva (al menos a mí) a preguntarte cómo puedes estar seguro de que el resto de tus recuerdos son ciertos. ¿Has vuelto alguna vez a un lugar de tu infancia para descubrir que todo es mucho más pequeño, más feo, más sucio y en general menos genial de lo que era cuando eras pequeño? Cuando creamos un recuerdo lo hacemos en las circunstancias en las que estamos, desde las físicas, como lo alto que somos o lo bien que vemos, pero también las emocionales y psicológicas. Un recuerdo que para tus amigos es maravilloso puede ser nefasto para ti porque te pilló en un momento muy malo de tu vida o viceversa. ¿Es más cierto tu recuerdo que el de quien también estuvo allí pero lo recuerda distinto? ¿Es más cierto tu recuerdo de hace quince años que el de hace diez? ¿Cuál es la realidad? ¿La persona que lo vivió es la misma persona que lo recuerda? ¿O el propio recuerdo hace cambiar a la persona y por lo tanto quien recuerda no es la misma persona que lo vivió? En palabras de Derek Parfit en la maravillosa tira Existential Comics, cualquier relación de mí con mi yo del pasado es puramente psicológica. 
Extracto de la tira original en la que se cita (en inglés)

Entonces, ¿dónde está el resto de nuestra vida? Debe estar perdida en el tiempo, haberse quedado atrás, porque es lo único que tiene un poco de sentido. Sea circular como opinan diversas culturas asiáticas o una línea recta como opinan en general las culturas occidentales, lo cierto es que consideramos que es un algo que se mueve hacia adelante, una sucesión de eventos que se siguen uno tras otro. El problema de esto es podemos adaptar el famoso argumento de la flecha de Zenón, que dice que observando una flecha y dada una cantidad suficientemente reducida de tiempo, estará inmóvil, por lo que el movimiento no es más que la unión que cada cual hace en su mente de inmovilidades superpuestas. Si ahora tomamos cada instante en el que la flecha está inmóvil como “el presente”, tendremos que el movimiento del tiempo no es más que una unión de instantes congelados que percibimos como un conjunto dinámico, similar a como una película se basa en fotogramas fijos moviéndose rápido para crear una ilusión de movimiento. Y si el tiempo no se mueve en cada uno de estos instantes es imposible que avance al siguiente, por lo tanto la persona que eras en el pasado no puede ser quien eres en el presente porque no puede escapar de su momento concreto. 

Y ya que estamos con Existential Comics, aquí Zenón explicándole a Platón lo que hay
Entonces, ¿quién recuerda no es la misma persona que lo vive? Según todo esto no, pero vamos, que según todo esto no es la misma persona la que empieza a leer una letra y la que lo acaba de hacer. ¿Debería esto reconfortarnos un poco sobre el hecho de que nuestro recuerdos pueden estar alterados por nuestra propia percepción pasada o por nuestra química cerebral? Bueno, es reconfortante en el sentido en el que tirar una bomba atómica sobre una ciudad para matar a una cucaracha lo es: un acto salvaje y totalmente desproporcionado cuyas consecuencias son muy probablemente peores que el problema que buscaba resolver y que además deja siempre una puerta abierta a que el problema original siga ahí. 
La moraleja de todo esto probablemente es que la depresión tiene unas consecuencias añadidas a las que comúnmente se suponen y que lo hacen todo más jodido. Ah, y que si dejas a los filósofos ponerse a hablar de algo probablemente lleguen a conclusiones lógicas que desafían completamente la percepción normal de la realidad. Pero eso último ya estaba claro desde que Sócrates, que sabía hablar, dijo que no sabía nada.
Ya por acabar de hacer el proselitismo, dejo aquí la página de Existential Comics  y su cuenta de Twitter.