El año pasado se cumplieron 50 años de Mayo del 68, el último gran movimiento social occidental (al menos del S. XX). Un año y un mes después se cumplen 50 años de otro movimiento social que sirvió para que muchos y muchas pudieran ser ellos mismos. Este año se cumplen 50 años de Stonewall.
No te sorprendas si no te suena porque aquí en España al menos era algo relativamente poco conocido entre los ajenos a la comunidad LGTB, pero Stonewall fue el principio de todo. No tengo intención de sentar cátedra sobre lo que ocurrió allí, sus repercusiones o lo que llevó a ello, basta decir que fue la primera vez que las identidades LGTB se alzaron orgullosas de sí mismas para reclamar un puesto en la sociedad. Fue el origen del Orgullo.
El Orgullo, esa fiesta criticada desde los sectores conservadores de la sociedad, que Vox ha querido sacar del centro de Madrid, que para los que nunca han estado y son fácilmente alarmables es básicamente una gigantesca orgía y que ha servido como plataforma para reivindicar los derechos del colectivo y hacerse notar durante años.
Hay quien dice que el Orgullo ya no es necesario, pero esta misma semana nos hemos encontrado con esto:
“Te voy a hacer heterosexual a ostias”
Hoy mi amigo ha sufrido un ataque en un McDonalds de barcelona por su forma de vestir tan “femenina”. Es irónico que esto pase el mismo día que el pregón del pride pero hay que seguir luchando para acabar con estos actos y estas personas. pic.twitter.com/N4yu9DJIYg— paleo_20 (@paleo_20) 27 de junio de 2019
Cualquiera diría que con este panorama la propia comunidad LGTB se uniría para enfrentarse a las amenazas externas y poder ser fuertes como colectivo frente a aquellos que quieren minar esa representación, pero nada más lejos de la realidad. Y como de casi todo, la culpa es del dinero. El tuitero Piter O’Toole denunciaba por esta plataforma las trabas que COGAM he puesto para que su carroza, autogestionada, pueda participar en el desfile.
Esto, a mí, me parece muy grave. Estamos hablando de que un requisito para que tu carroza pueda participar en el mayor de los desfiles del Orgullo de la capital de España es que una empresa te patrocine. Es la venta sin ningún escrúpulo de la identidad LGTB y el convertir la reivindicación en fiesta. Es permitir que el capitalismo se adueñe de otra lucha simplemente por el beneficio. Porque no nos engañemos, es obvio que a Vodafone, a YouTube y a Burguer King (por poner algunos ejemplos) no le importa lo más mínimo la orientación sexual o la identidad de género de nadie ni las luchas que esta haya requerido para poder visibilizarse. A las empresas el colectivo LGTB (y cualquier otro) les importan en tanto que consumidores, el resto de dimensiones de la persona les son completamente irrelevantes. Un ejemplo bastante hiriente es el de YouTube, que muestra la bandera arcoiris en su logo mientras censura por sistema contenido LGTB o sirve de plataforma a ideas abiertamente homófobas, como ya denunció el youtuber Quetzal hace un año:
[youtube https://www.youtube.com/watch?v=2Yo_E_dkeAQ]
Y como por desgracia tiene que seguir denunciando hoy. Quizá es que los organizadores del Orgullo quieren dinero, quizá es que creen genuinamente que las empresas apoyan el Orgullo en un plano más allá de lo simplemente promocional o quizá piensan que ya está todo conseguido y que por qué no correrse una fiesta. No lo sé y COGAM, en el momento de escribir esta entrada, no ha dado ninguna explicación sobre lo mencionado arriba. Lo que sé es que no deberíamos permitir que las empresas, que el capitalismo, se adueñen del orgullo. Primero porque la lucha por la igualdad dentro del capitalismo es absurda, segundo porque en cuanto el Orgullo como nicho de mercado esté copado pasarán a otra cosa y se olvidarán del colectivo, tercero porque no se puede diferenciar la lucha social de la lucha económica y cuarto porque la libertad no se consigue cambiando de opresor.
La lucha LGTB empezó en Stonewall con ladrillos a la policía. La lucha LGTB empezó con los marginados reclamando poder ser ellos mismos. La lucha LGTB se enfrentó a un sistema que les oprimía, perseguía y condenaba a ser pobres por norma, y no podemos sustituirlo por otro que nos condenará a todos a ser pobres a cambio de que las empresas cambien su logo a la bandera arcoíris una vez al año.
Tiempo después de esta primera entrada he escrito una segunda aparte. Puede leerse aquí.