Piedrasviejas

 En la saga de novelas Canción de Hielo y Fuego y en su posterior adaptación a serie, llamada simplemente Juego de Tronos, aparecen varias canciones populares que se repiten o al menos se mencionan en varios momentos. Una de esas canciones es Jenny de Piedrasviejas (Jenny of Oldstones originalmente), que si bien nunca aparece con su letra completa en las novelas, da un cierra espectacular a uno de los capítulos de la última temporada de la serie, a cargo de Florence+The Machine. Originalmente la canción es una balada trágica sobre el amor de Jenny y uno de los herederos al trono, pero la adaptación de la serie la convierte en algo tremendamente melancólico y que recuerda más a la pérdida en general que al amor en sí mismo. Recomiendo escucharla antes de seguir leyendo (y meterla en la lista de reproducción que suelas usar, también): 

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Yo, que soy incapaz de resistirme a un personaje trágico en una novela, he pensado que tendría que escribir algo sobre esta canción solo por lo muy genial que me ha parecido (la canción en sí es increíble, pero dentro de su contexto ya hay que ser muy burro para que no te den ganas de llorar). Dentro del mundo al que se refiere, Jenny es una muchacha campesina que se enamora del heredero al trono y cuando ambos se casan todo el mundo se les pone en contra, el rey (y padre del marido), el septón supremo (equivalente al Papa), toda la corte,… Al final y por amor el príncipe renuncia a todos sus cargos y derechos para poder estar con ella, pero poco después muere en la tragedia de Refugio Estival (un momento bastante importante de las bases de la saga), así que Jenny regresa a Piedrasviejas (que es un castillo abandonado y en ruinas) y sigue viviendo allí con sus fantasmas, o eso dice la canción. Es complicado de entender si no se tiene mucho conocimiento del mundo de Canción de Hielo y Fuego, pero el resumen es que un cuento de hadas acaba con muerte y dolor. 
Y claro, Piedrasviejas, Jenny y aquellos muertos son personajes ficticios de un mundo bastante diferente al nuestro, pero, ¿quién nos dice a nosotros que no hemos pasado por el Piedrasviejas de alguien? ¿Es posible que historias como esta hayan sido completamente anónimas y recorramos los mismos lugares en los que se desarrollaron sin saberlo? Cuanto dolor y amor han visto las piedras que nosotros pisamos, especialmente aquellas que son más antiguas que nuestros árboles genealógicos. ¿Cuantas historias, generaciones, personas, han sido olvidadas hasta por aquellos que bailaban con sus fantasmas? ¿Y qué posibilidades nos quedan al resto de que no nos olviden? ¿Tendremos a alguien que baile con nuestro fantasma para siempre? ¿Una canción para recordar las tragedias que vivimos? ¿Algo? 
Recreación artística de mi mientras escribía este artículo

Una vez tuvimos, como cultura, a mucha gente que se hacía preguntas similares e intentaba contestarlas, a veces mejor y a veces peor, pero en general como pudieron. Y no hace tanto tiempo. Pero el romanticismo desapareció con la revolución industrial y la idea del futuro. El futuro brillante de utopía y libertad, donde todos íbamos a ser más libres, a sufrir menos, donde íbamos a arreglar todos los problemas que teníamos. Y funcionó, durante bastante tiempo. Negar que desde hace doscientos años hasta ahora no hemos mejorado mucho es de ser directamente ciego, y gran parte de esa mejora se debe a que el futuro iba a ser brillante, pero había que construirlo. Y construimos y llegamos tan alto que nuestros cimientos empezaron a resquebrajarse y todo comenzó a hundirse. Hemos avanzado en doscientos años, sí, ya no hay tanta tuberculosis y hay mucha más gente que tiene suficiente para comer que antes. Pero también hemos tenido dos guerras mundiales, varios genocidios y el futuro ya no parece tan brillante. Somos la primera generación que va a vivir peor que sus padres, una frase que he oído muchas veces y que duele cada vez. Somos la generación que ha vivido dos crisis económicas (estamos en la segunda) en menos de dos décadas. La generación que ha visto el futuro y lo malo que hay en él. 

Si el futuro deja algo en claro es que todo envejece conforme pasa el tiempo. Tenemos piedras más viejas que nunca, más ruinas que nunca y más fantasmas que nunca. Fuimos al futuro y nos pasamos de largo. La ruina del planeta entero es una realidad posible en nuestra vida, junto con la ruina de la economía, la ruina de la política y la ruina de la convivencia. Dentro de poco únicamente nos quedará bailar con los fantasmas de lo bueno que tenemos ahora. Al frente, el apocalipsis, a la espalda, un mundo que probablemente nunca volvamos a ver. Y más atrás aún los consejos de otros que ya se enfrentaron a algo parecido una vez. Quién sabe, quizá podamos salir de esta como hicieron ellos, aunque yo no tengo demasiadas esperanzas. Seguir mirando al futuro solo puede empeorar aquello que ya ha fastidiado. Nos hace falta melancolía y nos hace falta rápido. Tenemos que aprender a bailar con nuestros fantasmas entre las ruinas.